Tu Basura es Mi Fortuna

Trabajo Seleccionado en la XVI Bienal de Fotografía en México


Todo es relativo

La cultura del úsese y tírese, la falta de educación ambiental, el consumismo desmedido, los productos de mala calidad, los decesos y mudanzas… familias, industrias y gobiernos, generan una cantidad de basura inmensa.
En su mayoría, los basureros urbanos siguen siendo un solo recipiente para todos los desperdicios, materiales y orgánicos.  Todo acumulado, revuelto y confundido.
La mayoría de los desechos se comprimen y entierran sin distinción. Una gran parte, cada vez más, se recicla –aluminio, cobre, plástico, vidrio, papel y cartón, madera–.
Y una minúscula cantidad se reutiliza y se revalora, convirtiéndose en tesoros encontrados entre montañas de basura. Desperdicios que se pueden comer, revender, reutilizar, o simplemente readornar o bien, ser una cháchara más.
El  trabajo del recogedor, del pepenador, es tan numeroso y antiguo, que es toda una especialización separar y avistar, con una sensibilidad de "sabueso", desarrollada por años, por generaciones.  
Estos seres colectores son inmunes y resistentes a la mayoría de los microrganismos de la sociedad actual; han desarrollado sus defensas, muchos desde niños.
Las comunidades de pepenadores que viven en los basureros son micro-ciudades con estructuras socio-económicas autónomas. Tienen códigos de convivencia directos y primarios, donde cada quien gana de acuerdo a sus aptitudes… unos 300 pesos es lo mínimo que se pueden llevar en un día… y siempre con la esperanza de “pegarle al gordo”, al encontrar entre los despojos la maleta con miles de pesos (historias ciertas, dicen algunos) o, por lo menos, una esclava de oro.